La confirmación es el sacramento a través del cual se recibe el Espíritu Santo dándonos fortaleza y valor para proclamar nuestra religión ante los demás con nuestras palabras y nuestra vida, transformándonos en buenos soldados de Cristo.
La recepción de este sacramento es necesaria para llegar a la plenitud de la gracia recibida en el bautismo ya que nos une más íntimamente a la Iglesia y nos enriquece con la fortaleza especial del Espíritu Santo.
Para recibir el sacramento de la confirmación es necesario estar en gracia de Dios habiendo hecho una muy buena confesión, saber las verdades principales del catecismo y haber hecho la primera comunión. Además es necesario hacer el curso de preparación para la confirmación.
La unción con aceite que se recibe al confirmarse es una señal de abundancia, de alegría, de purificación, de curación y de agilidad espiritual. La unción con el Santo Crisma (bendecido por el Obispo el Jueves Santo) significa que el confirmado queda consagrado a colaborar en la misión de Jesucristo.
La imposición de las manos hecha por el obispo es un gesto que desde el tiempo de los apóstoles es señal de que se pide y se recibe el don del Espíritu Santo.
Los dones que otorga el Espíritu Santo son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, piedad, temor y ciencia
- La confirmación nos concede tres gracias especiales:
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aumenta la gracia santificante y por lo tanto se aumenta de este modo nuestra amistad con Dios
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otorga a la persona que se confirma el Espíritu Santo con sus siete dones
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otorga el carácter o señal espiritual que indica que por el resto de nuestras vidas seremos apóstoles de Jesucristo
La confirmación aumenta en la persona los dones del Espíritu Santo y no se puede repitir ya que deja en el alma una marca especial que nunca se borra.